lunes, 8 de enero de 2018

Comenzamos el año con:

Ana Mendieta

por Gerardo Mosquera

Ella y su arte eran una sola pieza. Se trata de uno de los casos en que la creación artística ha estado más vinculada con la existencia individual. Su arte fue un rito compensatorio de su escisión personal, una solución imaginaria a su ansia imposible de afirmación mediante el regreso, a la vez en términos étnicos, freudianos, sociales y políticos. A los doce años, Ana fue enviada por sus padres a Estados Unidos, acompañada solamente por su hermana, un poco mayor. Allí fueron atendidas en escuelas y en adopción temporal. El desgaje, la sensación de pérdida, la adaptación forzosa a un nuevo medio cultural y lingüístico, la marcaron para siempre, Nunca superó los traumas, al extremo de llegar a decir que sólo tenía dos opciones: ser una criminal o una artista. Si examinamos la trayectoria de su trabajo, vemos que el arte fue para Ana un medio de compensar su desgarramiento interior, de sublimar una obsesión.
Ella describió su obra como una vuelta al seno materno. Consiste en un único gesto: incorporarse al medio natural, fundirse con él en un acto místico. Es una larga metáfora del regreso a lo primario, construida desde su propia sed individual de retorno, su "sed de ser", como dijo ella misma. Pero también es una experiencia trascendental, una hierofanía íntima. Esta religiosidad "primitiva" en la práctica del arte, basada en la reactivación dentro de éste de acervos tradicionales de América Latina, hermanan su práctica con la de Juan Francisco Elso. Ambas obras consistían en un ritualismo que era a la vez real y simbólico. No es que en ellos el arte volviera a la religión, sino lo opuesto: la religión regresaba al arte. Quiero decir que éste no pasaba a desempeñar funciones ancilares de la religión: se apropiaba de prácticas religiosas parafines artísticos ampliados hacia lo religioso.
El trabajo de Ana se afiliaba al earth art, pero un rasgo la distinguía de la ejecución habitual de esa tendencia. Por lo común, en el earth art se proclama la materia natural desplazándola de su contexto de origen para jerarquizarla en otro diverso o introduciendo cambios sugerentes en el propio medio natural, casi siempre en gran escala. Es la tierra puesta en función de la voluntad del ser humano. En Ana hay una actitud más modesta: es el ser humano quien va hacia la tierra, quien se integra al medio natural. No para violentarlo, sino en procura de una fusión íntima. No busca transformar sino participar(...)



                                                                                              Ana Mendieta, Blood Sign













































fuentes:
http://performancelogia.blogspot.com.es/…/ana-mendieta-gera…
http://www.lablaa.org/blaavirtu…/todaslasartes/…/anam23a.htm

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